En cuestión de unos días algunos de los grandes equipos del continente se jugarán la vida a cara de perro, se jugarán la temporada, el cumplir o no con los objetivos mínimos marcados a principio de curso, el seguir en la pomada o el ver concluida su temporada a efectos prácticos entre febrero y marzo. Todo o nada, cara o cruz. La cara te mantiene en el camino, la cruz te empuja hacia afuera con violencia y frialdad, sin tiempo de asimilarlo y dejándote a merced de las críticas más ventajistas.
Aquí entra en juego un factor a veces infravalorado, olvidado por muchos pero que no deja de ser importante, para mi incluso vital. La fortuna, los pequeños detalles que separan el bien del mal, que te sitúan a un lado o al otro de esa delgada línea que los separa. Hay que contar con ellos, porque aunque muchos argumenten que la suerte no existe y no influye -y entiéndase por suerte esos pequeños detalles que te juegan a favor en un momento dado sin que los esperases-, me veo obligado a discrepar. Por poner un ejemplo cercano y por todos conocido, ¿no es suerte que el Milan el pasado miércoles en San Siro se encontrase con un gol en el que el "control" previo viene de una de las manos más claras que he visto jamás? Y no intento excusar el patético partido del Barça, que ni mereció ganar ni estuvo a la altura del partido, pero sin embargo mantenía su portería a cero hasta ese momento. A esos golpes del destino me refiero cuando hablo de los detalles que pueden llevarte a la más absoluta gloria o hundirte bajo la losa del más absoluto fracaso, siendo radicales claro está.
Enlazando ambos temas, muchos equipos se juegan en estos días su todo o nada particular, que puede venir marcado por un control con la mano, por un fuera de juego mal pitado o por un balón que estrelles en el poste. Y voy con nombres propios, siempre en clave Liga de Campeones, donde en los próximos días sobre todo tres equipos, se juegan más que un partido.
Borussia Dortmund
En siete días enlaza los cuartos de final de la Copa y la vuelta de los octavos de la Champions League, con un partido el fin de semana de por medio del que imagino que casi se despreocuparán. El menú: la apisonadora del Bayern de Munich para el miércoles 27 de febrero y el Shakhtar Donetsk para el martes 5 de marzo. Unos platos contundentes que de atragantárseles al conjunto de Klopp verían como su temporada se vería reducida a acabarla de manera digna en una liga en la que sus opciones son poco más que nulas para asegurar su presencia el próximo curso en la máxima competición del continente, pero que de digerir con éxito podría meterles en los cuartos de final de la Liga de Campeones y en semifinales de una Copa en la que serían los grandes favoritos. Todo o nada para ellos.
F.C. Barcelona
Otro que tal baila, con la única diferencia de que su partido de Champions será la semana siguiente. Este martes recibe al Real Madrid en el clásico español versión Copa y que apeará a uno de ellos del torneo, y con una semana de tregua, vuelve a saltar al césped del Camp Nou para medirse al Milan con la complicada empresa de remontar un 2-0 adverso. Si bien es cierto que la Liga la tiene muy bien encarrilada y que al fin y al cabo es el torneo que mide la regularidad de un equipo durante el curso -donde precisamente menos influyentes son esos pequeños detalles que antes mencionaba-, quedar eliminados frente al eterno rival en tu propia casa y ver la Champions desde el sillón tan pronto no entraba en los planes y en un primer impacto sería una gran decepción que además dejaría a los azulgrana con unos largos meses por delante en los que los objetivos quedarían reducidos a ver pasar las jornadas para confirmar un título de liga que solo ellos podrían perder, por lo tanto temporada prácticamente concluida.
Real Madrid
Caso más parecido al primero que al de su eterno rival, pero aún con un agravante más que convierte la situación en especialmente delicada. Los blancos se juegan este martes su pase a la Copa contra el Barça como explicaba justo arriba y el sábado reciben a los azulgrana en otro clásico aunque en este caso de Liga. Dos clásicos justo antes del partido que el martes les medirá al Manchester United en Old Trafford con un resultado de inicio adverso. Ocho días para seguir vivos o bajar la persiana a la temporada de manera muy precipitada. En Copa deberán poner a toda su artillería, en Liga está la tesitura de qué hacer y es que por un lado es un partido teóricamente de poca trascendencia -aunque siguen en una lucha muy abierta por el segundo puesto- pero por el otro no deja de ser un clásico en el que nunca puedes dejarte ir, y para cerrar su particular semana viajan al Teatro de los Sueños que bien puede hacerles seguir soñando o convertir su temporada en una auténtica pesadilla.
A todo esto, dedico el artículo a quien me inspiró, el Básquet Manresa y a sus aficionados, que esta semana vieron como un nuevo golpe les pone las cosas más difíciles para mantenerse en la Liga Endesa, en la que estaban cumpliendo con creces y peleando como jabatos, algo que dudo de que seguirán haciéndolo. Viendo los últimos minutos de su último partido, sufrí como un más, me decepcioné y me paré a pensar de lo que se puede llegar a cebar la mala suerte con una misma víctima. Una nueva derrota in extremis en un partido en el que pocos días antes supieron que no podrían contar con dos de sus jugadores más importantes, Charles Ramsdell y el buque insignia y director de juego manresano Javi Rodríguez, ambos lesionados de gravedad y a los que habrá que buscarles sustituto acorde al ínfimo presupuesto más que a las necesidades reales. Golpe duro pero no definitivo.
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