La Champions League es el máximo, el techo al que un equipo puede aspirar y a la vez el torneo de mayor dificultad ante el que un equipo puede encontrarse. No es un torneo de regularidad, es un torneo de momentos puntuales, de pequeños detalles y de inspiración en un momento dado. Y ahi radica su dificultad.
No sirve de nada ser el mejor equipo en la fase de grupos. No sirve de nada pasar de manera holgada en cuartos de final. Todo lo hecho hasta el momento, no sirve de nada. Solo vale el presente, el partido que disputas, el no desconectar nunca, porque una desconexión puede llevarte al fracaso, puede hundirte pese a haber estado los 179 minutos previos conectado.
Concentrado estuvo el Madrid en la ida frente al Galatasaray, pero tras su gol tempranero en Turquía el equipo se apagó a sabiendas de que el trabajo ya estaba hecho. 3-1 se pusieron los turcos y sobresaltaron a más de uno. Volver a conectarse fue necesario.
Concentrado estuvo el Barça durante gran parte del partido en París, pese a no brillar en su juego, pero tras el 1-2 que transformó Xavi de penalti, el equipo pensó que el resultado ya era suficiente, que solo quedaba el descuento. Recibieron gol en un desajuste defensivo en el último segundo y el PSG firmó el empate. Tablas que llevaron a los parisinos al Camp Nou con todas las opciones del mundo y que cerca estuvieron de confirmarlas.
Dramático fue lo vivido en Dortmund. Concentradísimo el Málaga durante los primeros 90 minutos para sacar un empate a cero excepcional. Concentradísimos los de Pellegrini durante los siguientes 91 minutos donde se plantó con un 1-2 que parecía sentenciar el pase de los boquerones a semifinales. Pero ahí pareció desconectar. Y no hablo del segundo gol, que todos vimos que fue en un clamoroso fuera de juego (igual que el de Eliseu por cierto). Hablo del error defensivo del primer gol, con una defensa experimentada con Demichelils al mando, la tensión bajó y el equipo desfalleció pese a quedar tan solo 3 minutos de descuento en una eliminatoria que se juega a 180 más descuento.
Solo el Bayern pareció dar sensación de una seguridad monumental en estos cuartos de final, pero no hay que olvidar que su pase en octavos tampoco careció de emoción frente a un Arsenal que parecía sentenciado tras el partido de ida y que sin embargo consiguió conquistar el inexpugnable Allianz Arena en una misión que al final mantuvo en vilo a todos los muniqueses.
La Champions son momentos, son detalles, es inspiración y determinación pero también es concentración, porque todo esto no vale si piensas que está hecho. Un minuto de desconexión puede ser demasiado. La Champions es así y por eso la queremos.
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